El conflicto israelí-palestino es el conflicto social y armado en curso entre israelíes y palestinos que se remonta a principios del siglo XX. En respuesta al creciente antisemitismo contra los judíos que se vivía en Europa, a finales del siglo XIX surgió un movimiento sionista que defendía el establecimiento de los judíos en Israel. Muchos judíos emigraron a Palestina después de la Primera Guerra Mundial, pero, al término de la Segunda Guerra Mundial y como consecuencia de la conmoción causada por el Holocausto, se aprobó la partición de lo que había sido el mandato británico en Palestina en dos: la parte judía y la parte árabe.
El
Estado judío supondría un 55% del territorio del Mandato, incluido el desierto
del Néguev, y su población estaría formada por 500 000 judíos y 400 000 árabes
palestinos. En ese momento, los judíos solo poseían el 7% de las tierras de
Palestina. El Estado árabe palestino tendría el 44% del territorio del Mandato
y una población de 725 000 árabes palestinos con una minoría de unos 10 000
judíos. Los judíos aceptaron el plan mientras que los árabes lo rechazaron.
Estalló entonces una guerra civil en el mandato entre judíos y palestinos que
desencadenó la expulsión o huida de dos tercios de la población palestina. El
14 de mayo de 1948, coincidiendo con la declaración de independencia de Israel,
los Estados árabes vecinos declararon la guerra al recién creado estado de
Israel, aunque finalmente fueron derrotados por los israelíes. A la conclusión
de la guerra, Israel se negó a aceptar el retorno de los más de 700 000
refugiados palestinos, que han vivido desde entonces en campamentos de
refugiados y ciudades de Líbano, Siria, Jordania, la Franja de Gaza y
Cisjordania, entre otros lugares.
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