Las mujeres en el
antiguo mundo griego tenían pocos derechos en comparación con los ciudadanos
varones. Sin derecho a voto, a tener tierra, o heredar, el lugar de la mujer
estaba en la casa y su propósito en la vida era criar hijos. Sin embargo, esto
es una descripción general, y al pensar en el papel de la mujer en la antigua
Grecia hay que recordar que la información sobre ciudades-estado específicas a
menudo es escasa, casi siempre proviene de escritores masculinos, y tan solo en
Atenas se puede describir su estatus y su cometido detalladamente. Tampoco
estamos seguros de la aplicación en la práctica cotidiana de las reglas y leyes
que han sobrevivido desde la antigüedad. Sabemos que a las mujeres espartanas
las trataban de manera algo diferente a las de otros estados. Por ejemplo,
tenían que hacer entrenamiento físico como los hombres, podían tener tierra y beber
vino.
También había
categorías de mujeres que están menos documentadas que otras, tales como las
profesionales que trabajaban en tiendas, o como prostitutas y cortesanas; las
normas sociales y las costumbres que se les aplicaban se conocen aún menos que
las de las mujeres que pertenecían a las familias ciudadanas. Finalmente, en
contraposición a lo que le tocaba a la mayoría de mujeres, algunas
excepcionales, y excepcionalmente, consiguieron elevarse por encima de las
limitaciones de la sociedad griega y ganarse un reconocimiento duradero como
poetas (Safo de Lesbos), filósofas (Areta de Cirene), líderes (Gorgo de Esparta
y Aspasia de Atenas), y médicas (Hagnódice de Atenas).
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